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Ernesto Tatafiore

El Ardor Volcánico, revoluciones, Chicas y Peces, fué el texto que escribí para el catálogo de la exposición Vita del Poeta de Ernesto Tatafiore en la galería Fernando Latorre de Madrid en 2010.

 

 

El ardor volcánico.

Revoluciones, chicas y peces.

Pablo Milicua

Ernesto Tatafiore desarrolla en su pintura una galería de personajes ilustres. Héroes libertadores, humanistas, espíritus surgidos de la ilustración y el siglo de las luces, luchadores por la emancipación del ser humano de la tiranía del antiguo régimen, la iglesia y la aristocracia.. Partiendo de los héroes de la revolución francesa Marat y Robespierre,, personajes centrales en su mitología personal, se les unen Mozart y Goethe, Lenin y Trotski, Mao, los futuristas…

Los hombres que escribieron la Historia, que movieron con su esfuerzo la pesada rueda del progreso, posan en actitudes contenidas, elegantes, clásicas, meditan o estudian. Su piel está pintada en un luminoso color naranja, a veces casi tomate, los colores más cálidos de la escala cromática. El mismo color que se utilizó para pintar las bombonas de color butano. El uso de este color no es casual ni en las bombonas de butano, ni en los héros de Tatafiore. Son objetos inflamables.

Las chicas que Tatafiore pinta también son de ese color. Posan relajadas, reposadas, estáticas, a veces tumbadas, expectantes. Son chicas explosivas, Chicas boom. Son también musas ideales. Utopía, Libertad, Alegoría, Metafísica son nombres de mujer. Mujer voluptuosa y deseada.

Como las bombonas de butano, como los revolucionarios, los rojos, que alimentaron con su energía las calderas del barco de la Historia- Tatafiore también pinta barcos- las chicas están calientes. Todos son ardientes, ardorosos, interiormente fogosos, aunque en su actitud educada y culta, filosófica y poética, parezca ser reflexiva y sosegadas por dentro están en ebullición.

Tatafiore llama ardenti- ardientes- a los dirigentes de la efímera República Partenopea de 1799, a los que homenajea repetidas veces, También retrata al héroe popular napolitano Masaniello, un joven pescador que llegó a ser cabecilla de una importante revuelta en el siglo XVI, uno de los más señalados héroes en este Olimpo revolucionario personal. Masaniello enardece, hace hervir la sangre de las masas explotadas y humilladas mediante sus palabras, sencillas y veraces, hasta llevarlas a la lucha.,

Ardientes, fogosos, calientes, Si el revolucionario es el héroe histórico para Tatafiore, su héroe cultural es el poeta. También su superyo. El poeta es capaz de inflamar los espíritus calientes, de abrasar las almas.

Fuego de pasión. Una olla a presión. Sentimientos al rojo vivo. Fuego en la sangre,

 

El volcán. El Vesubio que domina Nápoles y que Tatafiore tantas veces representa. Lava oculta palpitando bajo la superficie de la montaña que parece fingir tanta calma. Hay una inquietud interna, la amenaza constante y cotidiana de una fuerza natural capaz de causar desastres y catástrofes, erupciones y terremotos, cambiarlo todo, destruírlo de un segundo al otro.

 

Los héroes, en su ardor, expelen humo, el volcán expele una fumarola, Tatafiore se retrata fumando un puro.

 

Los poetas, las mujeres y los héroes son rojos. Los peces que pinta Tatafiore son azules. Son de agua, Viven en la negrura de un abismo profundo. Bajo la superficie del mar. Pertenecen a un mundo remoto, oscuro, antiguo. Tienen la sabiduría del inconsciente. Una inconsciencia primigenia, prehumana y prelógica.

 

Lenin se afana inútilmente en enseñar la revolución a los peces.

 

Ellos vigilan desde el fondo del mar, a los pies del volcán en el teatro ideal de la Bahía de Nápoles.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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